Entenderlo no es tan complejo como pensé al inicio, el reto está en dejar de lado nuestro Ego y aplicar sus enseñanzas en nuestro día a día. Empecemos por estar presentes y atentos en cada momento.
La persona sabia vive como el agua. El agua sirve a todos los seres y no exige nada para sí. El agua permanece más bajo que todos. Y en esto es parecida a Tao. La vida debe seguir el principio de la naturalidad. ¡Sigue el sendero del corazón! ¡Sé afable! ¡Di sólo la verdad!
– Lao-Tsé
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Se pronuncia «Dao» y en chino se traduce como «camino». Tao, el Camino Espiritual, con frecuencia nos atrae como bellos términos que son y nos llena de curiosidad algunas veces. En otras ocasiones nos sentimos orgullosos de saber de qué se trata, quizás hemos estudiado algo sobre ello.
Pero: ¿qué es en realidad el camino espiritual; es algo que podemos alcanzar o es algo que día a día estamos experimentando y cultivando?
Hace un par de años estoy participando en un lindo grupo de estudiantes de Tao. Para mi sorpresa, todo lo que hasta ese momento había pensado sobre el Tao, ha cambiado porque en lugar de encontrar una filosofía compleja, me he encontrado con unas enseñanzas sencillas y simples y más que todo aplicables a nuestro diario vivir.
Al igual que las enseñanzas de Paramahansa Yogananda, de realizar nuestro ser y alcanzar liberación o de la Meditación Vipassana y sus enseñanzas sobre “nada es permanente” (impermanence), «solamente respira y observa tu experiencia interna”; Tao nos enseña a comulgar con la naturaleza, a ser uno con ella, a vivir una vida balanceada sin resistir las leyes naturales, solo armonizar con ellas.
En realidad todas esas teorías y prácticas que nos llevan a experimentar tranquilidad, paz, serenidad y “amor” durante la práctica, serían fútiles si no practicamos sus principios y los cultivamos día a día. Si no cultivamos el amor, el respeto y la gratitud a nuestros seres humanos, nuestro planeta, los animales y las plantas, si no las llevamos más allá de nuestro íntimo refugio, o del cojín o de la silla de meditación, de nada nos sirve aprender esas enseñanzas.
Las lecturas y charlas sobre Tao Te Ching, los retiros de Vipassana meditando en silencio o las enseñanzas de Paramahansa con sus bellos rituales e iniciaciones en Krya Yoga, y las bellas enseñanzas de Usui Mikao a través del sistema de Reiki, todo ello, fortalecen nuestra consciencia al nivel intelectual. Sin embargo, si no superamos la satisfacción del EGO, al haber aprendido un sistema más que nos lleva a encontrar la luz, el balance y que nos “libera” de todo apego, si no transformamos esas enseñanzas del intelecto al presente llevando calor humano del amor, la comprensión y compasión a nuestro alrededor, estamos en un ejercicio intelectual que nos está llenando el EGO, haciéndonos sentir quizás superiores a quienes no han tenido la oportunidad o el deseo de adentrarse en estas prácticas.
Contemplando esta situación, pienso en tres etapas de gran importancia cuando emprendemos el camino espiritual:
- Nos sentimos atraídos, curiosos o quizás necesitados de creer en algo superior a nosotros, y escogemos un “camino”, organización o sistema; aprendemos los métodos ofrecidos y nos gusta o perdemos el interés.
- Si nos interesa o satisface alguna parte de nuestra necesidad practicamos el método, y nos sentimos orgullosos de pertenecer a un grupo o comunidad que comulga con nuestras creencias o ideales.
- La tercera y la más importante, y en la que quizás tengamos que trabajar a diario es, cuando comenzamos a practicar, esta práctica se va convirtiendo en hábitos en nuestro día a día. Al empezar a cultivar las semillas de esas enseñanzas y practicamos la meditación, vamos transformando a nosotros mismos y a nuestros alrededor.
Es quizá ahí donde podemos decir que estamos en el Camino Espiritual.
Namasté.
Ana Tais